Por Cristian
Chaves
BN Fanzine Colaborador (Bogotá)
“Damas y caballeros – inicia
William Kerwin en la introducción del trailer de Blood Feast – Esta película, seguramente una de las más inusuales jamás
filmadas, contiene escenas que bajo ninguna circunstancia debe ser vista por
personas con una débil condición del corazón ó cualquiera que se ofende
fácilmente. Urgentemente recomendamos, si usted es una de esas personas, ó el
padre de un Joven ó un niño impresionable, que usted y el niño deje el
auditorio por los siguientes noventa minutos”
Nadie abandono la sala.
¡Herschell! ¡El magnifico!
¡Montag, el magnifico! ¡El Maestro
de la ilusión!, era un pervertido; un bigotudo sujeto que destrozaba hermosa
carne femenina para ganar aplausos de sus espectadores. Su espectáculo se
basaba en hacer pasar hermosas damas que eran guillotinadas, atravesadas por sables, brocas y motosierras
que climatizaban el lugar con el colorido rojo de sus propias vísceras. El
espectador quedaba fascinado. Y esa eran las reacciones del mismo público que
veía la película que lo contiene, The
Wizard of Gore (1970). Traer a colación esta película y a este personaje en
esta introducción es mucho más que oportuno, porqué el señor que dirigió este
manchado film, Herschell Gordon Lewis, probablemente sentía la misma
satisfacción de Montag al cometer uno de sus trucos de magia.
Al igual que Montag, el magnifico,
Gordon Lewis le ofrecía a un público expectante a que le llenaran sus propias
fantasías morbosas y boyeritas; exactamente lo que ellos querían: Una infame galería
de sexo y violencia, de tetas y sangre; de grotescas maravillas que pintaban el
celuloide con su perturbador carisma. Más allá que un cineasta y que un autor,
era un mago. Un productor de ilusiones bastardas y profanas que hacía en casa,
con sus amigos y con mujeres con preciosos senos; y que al terminar de
crearlas, las guardaba en una maleta y que, en vez de ofrecerla de puerta en
puerta a desocupadas amas de hogar, iba de teatro en teatro, aguardando a
llenar un sala y enaltecer el alma de ese burlesque que ya no existe. Herschell
Gordon Lewis hacía basura, grotesca basura. Sus impares compañeros que
pertenecen al generalizador grupo de artistas cinematográficos, lo tildarían
seguramente de un insulto, de un irrespeto antiestético frente al arte de hacer
cine. Gordon Lewis pertenece al otro lado, de aquel lado satanizado, del saber
vender. Gordon Lewis ante todo, era un buen vendedor y como todo buen vendedor,
era un hábil orador. Pero esa habilidad oral, a diferencia de los vendedores de
medicinas milagrosas y de biblias cristianas, se traducían en imágenes que
representaban la esquizofrenia de un espectador que deseaba ser maravillado por
algo nuevo, extravagante, extraño y bizarro. Algo que lo sacara de su rutina,
de la cotidianidad y del mundo en el que vivían. Gordon Lewis pensaba en su público
y sus imágenes eran pensadas para ese cometido. Y eso, señoras y señores, si
bien no lo convierte en un artista del oficio, lo convierten en un director de
cine.
The Wizards Of Gore |
El hombre es muy conocido por los
amantes del horror no por las habilidades técnicas ó dramáticas de su cine,
sino porqué en 1963 estrena una pequeña película de muy bajo presupuesto
llamada Blood Feast en donde un loco
asesino descuartiza mujeres en adoración a una diosa egipcia. La película, que
bien no representa ningún elemento artístico rescatable, es una película
importante en el cine de horror y una de las piezas claves del cine de
explotación porqué, según por su propia popularización, es la película que dio
cuna al gore[1] –
elemento que, hasta nuestros días, se mantiene en ya obvio elemento estético
del género. Pero cuando Gordon Lewis hizo la famosa película, ya tenía atrás
otras producciones que se enfocaban en la merita explotación, cosa que continuo
haciendo a la par de sus nuevas películas de terror, que prácticamente
llegarían al final de su etapa más productiva, tanto en la zona gore con la
estupida The Gore Gore Girls como con
la típica exploitaiton Lewisiana, The
Year of the Yahoo! en 1972. Blood Feast, a pesar de que es la más conocida
(y de nuevo, es tal vez, la más importante) no es la mejor película – como se
entienda - que represente todo su cine, sin necesidad, por supuesto, de culpar,
ya que la tarea (Que me desafío a responder con este articulo) no es nada
fácil. Veamos.
¡Esa es una película de Herschell Gordon
Lewis!
El cine de Lewis no hace ninguna
diferencia frente a los métodos técnicos de otros explotadores de la época. La
cámara casi siempre es estática y es muy tímida en hacer movimientos bruscos ó
difíciles, por lo cual, dado a la similaridad de los incontables productos de
sus compañeros, deja jodido encontrar una identidad estética que lo diferencie.
Es gracias al peculiar tratamiento de sus temas que suplen el factor común de
una técnica cinematográfica de autor y lo hacen, aún así sobresalir como: ¡Esa
es una película de Herschell Gordon Lewis!
Hay una larga gama de personajes
protagónicos de extremos, de donde usualmente se partía de unos que pertenecían
a la típica clase media alta norteamericana, de elegantes amaneramientos y con
capacidades económicas estables hasta llegar violentamente a los campesinos
sureños con indestructibles vicios como la estafa y el canibalismo. Los jóvenes
iban al rápido ritmo de la liberación sexual en la que se comprende su época:
Sexo y violencia. Y, finalmente, un elemento: un detective ó un policía que
hacía contraparte a la parte investigativa del personaje(s) vicioso que
normalmente desenlazaba en una persecución.
Something Weird |
Y una de las características que
más justificaran el valor de nuestro director. Hay un extraño sentimiento
bizarro que acompaña a cada una de sus piezas. Los puntos de acción que
acompañan el desarrollo de los argumentos son deliciosamente extravagantes,
llevado finalmente a extremos en donde es el alma de la fiesta es lo poco
común, lo extraño y es la principal razón de vida del film, como en Something Weird (1967), una extraña mezcolanza
de LSD y poderes extrasensoriales en donde atacan brujas, fantasmas y sabanas
asesinas ó el surrealismo como barrera entre la realidad y la ilusión de The Wizard of Gore ó, incluso, en la
misma forma narrativa de la explotativa Miss
Nymphet Zap-In (1970), una colección de skits que forman una película
episódica que se aleja de cualquier redención de la casualidad. Dado a estas características
y a pesar de que Gordon Lewis hace parte de los millares de explotadores del
Grindhouse en cada una de sus tres décadas importantes (De los 50s a los 70s),
estas películas marcan una grata diferencia, no en su contenido sino en su
forma.
De esa incontable cantidad de
extravagancias es que la maleta de Gordon Lewis estaba llena; siempre, por
supuesto, con la afianzable tarea del vendedor promedio de tratar temas
vulnerables a la explotación; temas candentes que denunciaran, especialmente,
los diferentes temas que escandalizaban al conservador publico norteamericano.
All you
kids me make me sick!
David Friedman |
Es absurdo hablar de la temprana
producción de Herschell Gordon Lewis sin mencionar el equipo absoluto que arma
con su esencial compañero, el productor David Friedman. Es más, no mencionarlo,
es perder el pedazo de torta más productiva y rica en “cerezas” de la década
más importante del cine de explotación.
Friedman empezó en el mundo del cine en el departamento de publicidad de
la Paramount,
que abandonara en el 49´ para unirse al empresario Kroger Babb. Friedman, que
era ya experto en los espectáculos de feria, con su propios ingenios de
mercado, se une con Gordon Lewis para producir las notables Nudies Cuties
creando así las películas más importantes para la última etapa de este
subgénero, como The Adventures of Lucky
Pierre (Las aventuras de Lucky Pierre, 1960), en donde los pintores se
relacionan con chicas desnudas en el parqué, BOI-I-N-G! (1963) cuyo titulo ya es
muy diciente. Pero la era de los Nudies se acabo y Friedman y Lewis estaban en
busca de nuevas formas rentables de seguir complaciendo a su público.
Con el subgénero de los
“roughies”, de cual podría decirse que las mujeres se veían abusadas
violentamente, Gordon Lewis dirige Scum
of the Earth (1963), una de mis películas favoritas del director, en donde
una joven chica (Allison Louise Downe) decide hacer “fotos sucias” para poder
pagar su universidad. Entre el elenco también se encontraba William Kerwin
(Como el fotógrafo que “es uno de los malos pero ayuda a la heroína”), Lawrence
J. Aberwood y Mal Arnold. Con Scum of the Earth y un équipo actores-productor,
Lewis ve que las condiciones se han agotado en el sexo, probando finalmente la
barrera. La chica abusada de Scum of the Earth, Allison Louise Downe escribe
Blood Feast, que cuenta la historia de un Fuad Ramses, un viejo que adora a una
diosa egipcia llamada Ishtar, la cual le pide que le sean sacrificadas
preciosas y jóvenes muchachas porqué… porqué si.
William Kerwin en Scum of the Earth |
El equipo de la anterior Scum of the Earth se une, Downe en el
guión, Friedman en la producción y Kerwin, que se convertirá en usual
colaborador del director, hace del policía detective que investiga los
crímenes, la chica que viste en Playboy, Connie Mason como la protagonista en
peligro, el gritón Aberwood como el jefe de los detectives y finalmente Mal
Arnold, que si bien en la anterior película hacía de un “muchacho menor de
edad”, aquí se convierte en el asesino serial que mas desquiciado – y mal gusto
en la tintura de cabello – que ha tenido la historia del cine. En apenas cinco
días, se filmo Blood Feast, estrenándose en julio del 63´. La producción que
apenas costo 24 mil dólares lleno los bolsillos de sus productores y se
convirtió en un pequeño pero exitoso fenómeno. La publicidad que hacían los
respetados críticos mandándola al infierno hizo crecer la morbosidad del
publico que terminaba usando “bolsitas para vomitar” que Friedman incluyo como
auto-publicidad en la entrada de los teatros. En los 80s, sería la película más
vieja en incluirse en la lista de los Video Nasties por allá en Inglaterra.
Friedman y Lewis habían dado en el punto que era, la historia del conservador
cine norteamericano de explotación no sería la misma y era de Lewis y Friedman
seguir con esa humilde tarea.
Sangre color a go-gore
Aunque no es su mejor película –
de nuevo, como se entienda -, Blood Feast
merece toda la admiración, insultos y resumida atención que ha tenido por
mayores de fanáticos durante la historia de la cinefilia, no necesariamente por
ser absolutamente pionera en la estética gore ó splatter de donde ha sido
encasillada. El splatter como subgénero cinematográfico, y el gore como medio
estético[1],
que ha estado directamente inspirado por el grand guiñol francés (Y una fuente
importante para lo que Herschell Gordon Lewis desarrollara con sus películas de
horror, como veremos más adelante), no nacen exactamente con nuestra famosa
película. Desde el cine mudo ha habido ejemplos en donde circundan las
decapitaciones y la sangre, especialmente en las escenas de guerra. Y los 60s, que
dan su bienvenida con el asesinato de John F. Kennedy, empiezan a darse
furiosos aires de contracultura y se entra a una era de violencia y guerra en
donde se propaga un ambiente correcto para que el público empiece a enfrentar
con algo de lo que no podía desprenderse a pesar del conservatismo. Los jóvenes
eran producto de la contracultura, del rock´n roll, de la libertad sexual y los
drive-ins se llenaban de muchachos que querían ver en las pantallas el retrato
del mundo en que vivían. La violencia y el sexo de la que Lewis se empieza
aprovechar más adelante en películas como Just
for the Hell of It (1967) y Scum of
the Earth (1963)[2],
respectivamente, ya son temas que explotan la olla, además de estrenar Hitchcock
la famosa Psycho (1960) para abrir la
década. Igualmente, aunque con menor prominencia los Spooky shows de medianoche
empiezan a rescatar esas memorias del grand guiñol en la que las tripas
empiezan a seducir a los jóvenes que se divierten con el juego que le proponen:
¡Horrores regurjitantes! ¡Vea y sorpréndase mientras le abrimos el estomago sus
intestinos y otras suaves tripas son violentamente sacados!”… pero más tarde
Blood Feast abría con otra línea “Nada más espeluznante en los anales del
horror”, y la descarada prominencia, en detalle nace.
Gordon Lewis se atreve a ir más
allá y a mostrarnos lo que no nos ha mostrado. Con Blood Feast, no solo nace un estilo del que Gordon Lewis va a tomar
ventaja más adelante, sino que el cine de horror y de explotación se libera y
empieza a tomarse en serio una propuesta que excite la visión morbosa del
espectador, de darle asco y de impresionarlo. Hoy en día, a pesar de las
exageraciones, sigue habiendo una sed de sangre por el canibalistico espectador
(Especialmente en el joven espectador). Así mismo, los asesinos seriales que da
su génesis con el splatter conocen a su más fiel alado, el gore.
Y es que Blood Feast, es el placer culposo del bad film: La actuación de Connie Mason (La chica que viste en
Playboy) es absurdamente risible, su madre, la señora Freemont (Lyn Bolton –
una deja vú físico de la vejez de Janet Leigh) se jacta de decir después de ver
de que el supuesto cocinero en vez de cocinar comida iba a cortarle la cabeza a
su hija, en descontento por lo sucedido que “Bueno … tendremos que darle
hamburguesas a los invitados” y hay un chico de la playa que podría darle
clases de llanto a la más escuálida actriz tele novelesca. Y el gore es una galería
de excesos, que parte un modelo ya conocido por el cinéfilo de horror promedio:
Partes del cuerpo, cercenaciones, lenguas y mucha mucha sangre falsa.
William Kerwin y Coney Mason en Blood Feast |
Color Me Blood Red |
¡Anunciamos con placer, que esta película ha
terminado!
El Padrino del Gore |
Así termina la odisea que es The Gore Gore Girls, despidiendo
coincidencialmente a la época más gloriosa del llamado con justicia “padrino
del gore”. Lewis, evadiendo algunos problemas dedico luego su vida a la
mercadotecnia, del cual a través de toda su experiencia con la industria del
cine de explotación y de bajo presupuesto, ha salido bien librado como un
especialista en el tema de “saber vender”. Él se siente, ahora ya viejo,
orgulloso de su vida en el cine, que auque deshonesta en el arte para muchos,
dio los más importantes regalos a los cineastas de bajo presupuesto, inspiro a
cineastas como John Waters (Multiple
Maniacs esta inspirada en el Two Thousand Maniacs) y Frank Henenlotter que
dedicaría su Basket Case (1982) al
maestro del gore. Y hoy en día, son múltiples los fanáticos y cinéfilos que se engatusan
viendo sus películas baratas, solo por reunirse a tomar unas cervezas,
adiestrarse en el arte del cine ahorrativo, ver chicas empelotas ó deleitarse
con las malas actuaciones, en el cine de Lewis todo vale, nada importa, no hay
culpas y eso se comprueba al verlas, cuando la medianoche se torna más roja
pero más tierna, como las tripas.
Fuentes
Bibliograficas
- Grindhouse: The Forbidden World
of “Adults Only” cinema
Eddie Muller y Daniel Faris – St.
Martin`s Griffin.
New York, 1996.
- The Deuce, Grindhouse Cinema
Database
http:// grindhousedatabase.com
- Secrets of the Spook Show or Memories
of my Misspent Youth on the Spook Show Circuit por Jim “The Mad Doctor” Ridenour
Monsters Crash the Pajama Party
Something Weird Video, Image
Entertainment, 2001.
-
Todas las películas de Herschell Gordon Lewis se encuentran disponibles en
Video y Dvd por Something Weird Video.
Cristian Chaves se enamoro del
cine a los diez años cuando vio por primera vez Nosferatu: Una sinfonía de horror, del director F.W Murnau. Desde
entonces ha acompañado su vida con el cine, siendo sus directores favoritos Luis
Buñuel, Mario Bava, R.W Fassbinder, Joe D´Amato, Francois Truffaut entre otros
y es un gran interesado en lo que respecta a la historia y teoría del cine.
Filmo a principios de este año su primer corto en 16mm Polite, que todavía se encuentra en post-producción y actualmente
cursa cuarto semestre de la
Licenciatura en Artes Escénicas de la Universidad
Pedagógica Nacional.
[1] A pesar de que es sin duda
Night of the Living Dead (La Noche de los muertos
vivientes, 1968) de George Romero, que da pie al terror moderno. Blood Feast dio inicios a una
deliberada propuesta de violencia pero es en la obra de Romero en donde se
aplica como valido elemento dramático.
[2] Aunque algunos insisten en
que es un género cinematográfico que puede independizarse, impongo la idea de
que el splatter no puede separarse del terror y es un subgénero. El gore no
puede, a menos que se hunda linealmente como pornografía como el primer volumen
de las películas de Guinea Pig El Experimento del diablo (1985),
acreditarse como un correcto género cinematográfico sino como una propuesta
estética de visceralidad que aunque se ligue a los excesos (A pesar de que es
un estilo valido) del cine de terror, el mismo ha visto la luz con las épicas
guerras de Griffith, de las históricas contribuciones de los italianos como
Giovanni Pastrone ó incluso Eisenstein con la famosa escena de Las Escaleras de
Odesa de Potemkin. El gore es un
medio de representación estética que apoya elementos del argumento más no un
género cinematográfico ó dramático como tal.
[3] Otra buena muestra de la
explotación moral de la que se aprovecha Lewis en los 60s es la graciosa The Girl, The Body and the Pill (1967),
que no sobra decir que empieza como un film educacional sobre la píldora y
termina como un melodrama arquetípico, que aún así se deja ver.
*Impreso originalmente en BLEEDING NOISE #4
ÚLTIMAS COPIAS DISPONIBLES |