Hacia mediados de los 90s el metal negro en Medellín Colombia, pasó por una cosecha de demo cassettes abundante. Nada raro, ya que el metal o el punk se había asentado en el Valle de Aburrá desde la década del 80, contando en su haber con variadas bandas como PARABELLUM, NEKROMANTIE, SACRILEGIO, REENCARNACIÓN, GLÖSTER GLADIATTOR y un largo etcétera. No parece nada raro que dicha bonanza noventera de “Black Metal Medallo” engendrara producciones como: An Hymn in the Sinister Storm (1996) de INFERNAL, In the Shadows of Vampire (1997) de LEMURES, Fullmoon Shadows (1997) de MYSTERIIS o como en este caso el The Black Souls (1998) de DRAKAR, todas producciones que tenían en común la participación del músico multiinstrumentista Edwin Cardona, quien respondía al seudónimo de Ihstath y que con Drakar fue (espero no equivocarme) el primer grupo de Black Metal colombiano en ser comandado por un solo integrante encargado del bajo, guitarra, voz, batería, teclados y todas las líricas.
Y es que siendo el metal negro un estilo musical extremo con músicos de personalidades extremas, muchas veces misantrópicas o megalomaníacas; no parece del todo tan atípico que existan bandas de un solo integrante que un día se despertó pensando: —A la mierda, desde ahora seré hombre orquesta— Algo tal vez parecido pensó Ihstath en el ‘93, cuando fundó DRAKAR (nombre tomado de las Drakkar (dragón), naos vikingas adornadas con un dragón en la proa) proyecto que pulió durante años para grabar 9 temas en el ‘97 y lanzados en el ‘98 por Manitú Records en un impecable promotape, con un sonido bastante genial para una demo. Porque The Black Souls, hubiera sido fácilmente un larga duración, pues dura casi los 40 minutos y la música suena muy acoplada o compacta. Contiene todo lo que esperas del promedio de bandas de Black Metal: blasting beats en batería, riffs trémolo en guitarra, alaridos desgarradores y un teclado utilizado de forma muy elemental, pero lo suficientemente efectivo como para agregar una atmósfera realmente oscura.
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De hecho, además de pesadez incluye atrapantes atmósferas lentas y taciturnas, muy bien logradas en temas como “Lonely Wolf”, con samples de lobos aullando a la luna llena, la épica y doomica “The Power of the Moon”, de 7 minutos de duración o la ultra rápida y vikinga Black Drakar, con algunos pasajes lentos con voces limpias en plan Storm/Isengard, con los coros de Mario “Mannithou” Aponte. Con el trabajo de la eficiente y recurrente dupla del diseñador gráfico Gabriel Porras (cantante de Abdominal) y la ingeniería, mezcla y masterización de John Pulgarin (JJ. Prods), quienes trabajaron codo a codo en la gran mayoría de estos demos editados durante dicha bonanza extremo-metálica que coincidió con la desaparición del cartel de Medellín en la mitad de los 90. “The Black Souls” no es solo un gran demo, sino todo un triunfo de la voluntad, es la hazaña de un hombre que dejó boquiabiertos a muchos porque hacer metal en este país siempre fue duro, no me lo imagino haciéndolo todo tú solo.
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